A cargo.
Cuando Jimin abrió los ojos inmediatamente quiso hacer dos cosas, lo primero sería ahogar todos sus gritos de frustración contra su almohada, lo segundo sería tratar de asfixiar al rubio que dormía plácidamente a su lado, como si no le importase nada del mundo y su vida era de lo más placentera y pacífica.
¡Quería matarlo! Y quizás lo haría, pero después de que su cuerpo no le doliera como los mil demonios y su trasero estuviera limpio.
¿Ya habían inventado los condones en esa época? Iba a necesitar unos cuantos para no repetir la situación en la que estaba en ese momento. Sin embargo, dudaba bastante que esos látex existieran, pero algo tenía que haber en ese mundo para cuidarse de un embarazo.
—Kook... —el menor volteó hacia el alfa y tocó su rostro repetidamente, principalmente el entrecejo—. Jungkook, despierta.
El rubio se removió y arrugó el rostro mientras parpadeaba varias veces y enfocaba su vista hacia el frente. Sonrió levemente al encontrarse con esos ojos esmeraldas, brillantes, que le miraban expectante. Jungkook ronroneó apegando al omega contra su cuerpo, a cambio recibió un pequeño golpe en la cabeza.
—¿No me escuchas? Estoy sucio y tengo hambre —Jimin se quejó mientras le seguía dando leves golpes—. Llévame al baño ahora mismo.
Demandó y Jungkook solo sonrió con cariño, ignoró los patéticos golpecitos de gatito que le daba el menor metiendo su cabeza en el cuello de éste y besarlo, al mismo tiempo que dejaba algunos chupones también.
—¡Te estoy hablando! —Jimin exclamó exasperado tratando de empujar lejos a ese mastodonte, ¡era una bestia pervertida!
—Ya ya, deja de quejarte, joder —el alfa se sentó en la cama y estiró sus brazos por encima de su cabeza, al fijarse en las ventanas se dio cuenta de que estaba anocheciendo, se había quedado dormido todo el día.
Pero, al ver hacia abajo y dar con su bello omega, quien por cierto tenía un puchero de enojo en el rostro, daba por sentado que no haber salido de esa habitación en todo el día fue lo mejor que pudo hacer, no cambiaría eso por nada.
—Eres un bruto, me duelen la caderas y sé que mis piernas no van a funcionar —se volvió a quejar tratando de sentarse correctamente en la cama, aunque al hacerlo su espalda daba punzadas de dolor.
El rey se cruzó de brazos tratando de no reírse ante lo dicho de el omega, no sabía si el menor lo recordaba, pero había sido él mismo quien pidió un par de rondas más, además de montar su polla hasta que no pudo salir nada más de ella.
—Sí, sí, yo soy la bestia y tú eres la damisela en apuros —el alfa rodó los ojos con diversión bajándose de la cama y tomando al pelinegro entre sus brazos y llevarlo al baño.
Después de unas cuantas quejas más por parte del menor y un delicioso masaje con agua olorosamente tibia, las quejas bajaron y solo quedó un adormilado omega con el rostro relajado. Jimin se sentía en una burbuja cálida, que fue reventada cuando la puerta de la habitación se abrió dejando entrar a sus damas de compañía, ellas le ayudaron a vestir, bajo la vista del rubio todo fue mil veces más vergonzoso.
Pero trató no darle importancia a eso e ignoró su vergüenza cuando salió del cuarto con sus piernas temblorosas. Estaban caminando al pasillo que llevaba al comedor, de pronto Hyejin se acercó a ellos y le dió una suave reverencia.
—Majestades, lamento interrumpir algo, pero los cachorros están despiertos y piden ver a su alteza Jimin, sobre todo el niño —ella informó y el omega abrió los ojos al recordar a los pequeños, no era que los había olvidado a propósito, pero lo que pasó en esos días hizo fue bastante estresante.
—¡Cierto! ¿Cómo están ellos? ¿Comieron algo, la pequeña se encuentra bien? —el omega preguntó rápidamente haciendo que Hyejin tuviera que pensar un momento para digerir lo que había dicho, después sonrió y asintió levemente.
—S-Sí, ellos están bien y la pequeña despertó no hace mucho, aunque está asustadiza y no ha querido comer mucho —dijo la de pelo castaño haciendo que Jimin frunciera el ceño, no era algo bueno que ellos no comieran bien, y debía arreglar eso.
—Iré a buscarlos para cenar —el omega miró al rubio decidido para hacerlo saber que no iba a cambiar de opinión, el alfa podría adelantarse si quería y no le importaba si se molestaba.
Sin embargo, Jungkook estaba orgulloso, notaba como el aroma de Jimin se volvía protector nada más al mencionar a los chiquillos, se preguntaba si sería así con los suyos propios o sería aún más protector, tendría que tener cuidado para no hacer que entrara en algún estado cuando los tuviera o en alguna etapa del embarazo.
—Vamos yo te acompaño —el rey dijo haciendo que el menor lo viera con más brillos en sus ojos, feliz de que aceptara su decisión—. Agrega un par de platos más en la mesa.
El mayor ordenó mirando esta vez a la criada, quien asintió y dio otra leve reverencia antes de irse. Jimin no perdió tiempo y abrazó a Jungkook de uno de sus antebrazos, no sabía porqué, pero tenía la necesidad de eso, quería frotarse contra él como un gatito.
—Kook~ —murmuró Park con una voz melosa y Jeon le sonrió levemente antes de darle un beso de piquito.
Después de eso solo caminaron en un cómodo silencio hacia el lugar en donde estaban los niños, Jimin solo disfrutaba del aroma y el calor que le brindaba el rubio, era cómodo y tranquilo. Cuando reconoció la puerta de la enfermería no pudo evitar soltar al alfa y adelantarse un poco para entrar primero al lugar.
Chiyo hacía infusiones cuando escuchó la puerta abrirse, al mirar hacia la entrada sonrió, pues era el omega quien entraba y pasaba directamente hacia la cama en donde estaban los pequeños, Jungkook entraba detrás de él, la mayor solo miró tranquila mientras seguía con su trabajo.
—¿Bohyun, Haesun? —Jimin llamó a lo que se acercaba lentamente a la cama donde había un par de bultitos que se movían levemente.
—¿Minnie? —el menor sacó su cabecita de las mantas y miró al mayor, al corroborar que él era quien estaba allí se destapó por completo y se levantó para recibirlo—. ¿Dónde estabas? No te había visto desde ayer.
El pelinegro abrió sus brazos para recibir al menor, lo abrazó frotando su cabello con cariño dejando salir inconscientemente su aroma para envolverlo. Jungkook miraba todo desde una pequeña distancia, tomando asiento en una de las camas que estaban cerca.
—Perdón por no venir, pero estaba... haciendo otras cosas —Jimin respondió sintiendo su rostro volverse rojo por la vergüenza, obviamente no les iba a decir que estaba siendo rellenado cual pavo en navidad—. Por cierto, ¿no me la presentas?
Cambió estratégicamente el tema mirando hacia el otro bulto entre las manta de la cama, una cabellera azulada y casi blanca se asomaba por detrás del pequeño alfa.
Bohyun se volteó levemente para estirar su pequeña mano hacia su hermana.
—No pasa nada, él es Jimin, fue quien nos ayudó y te trajo aquí para que te dieran medicina, es bueno —el menor habló hacia la albina, quien los miró inseguro antes de tomar la mano que se le ofrecía y se levantaba junto a su hermano.
—H-Hola, soy Haesun —fue un susurro, pero Jimin lo escuchó perfectamente, era la primera vez que oía su voz suave y dulce, el menor sintió que iba a llorar de alegría.
—Ven aquí —Park tomó a la pequeña en sus brazos quien se tensó por un momento, pero después de recibir los suaves apapachos del mayor se dejó hacer tranquila—. No tengas miedo, nadie va a hacerte nada, ahora vamos a comer algo, ¿si?
Jimin se separó levemente de la menor para mirarla directamente, le gustaba mucho el color de sus ojos, eran como los del rubio, pero más grandes, brillantes e inocentes, justo como los tendría un niño lleno de ilusión.
Haesun por su parte estaba maravillada con la gentileza que le expresaba el omega, sus manos suaves y cálidas le hacía sentirse segura, no quería bajarse nunca de esos brazos para no perder esa sensación. Aparte de su hermano, no recordaba a que nadie la tratara así.
—¿Vamos? —Jimin extendió su manos hacia Bohyun quien seguía en la cama, éste la tomó y con ayuda del mayor se bajó al suelo—. Gracias por cuidarlos todo el día, abuela Chiyo.
Jimin se despidió de la anciana con una sonrisa que fue devuelta por ella, después miró al rubio quien solo se levantó de donde estaba sentado y fue a su lado cargando una tonta sonrisa en la cara.
—¿A qué hora me convertiste en padre? No sabía que ya tenía dos hijos —habló el alfa bromeando haciendo que el rostro del omega se volviera rojo como una fresa.
—Pues yo tampoco sabía que ya era madre... —"ni que podía serlo en serio"—. Pero aquí estamos y no hay devoluciones así que, ya qué.
Jimin caminó hacia la salida del lugar con Haesun cargada y Bohyun de la mano, el de cabellos negros se volteó hacia el rey y le sacó la lengua con una expresión de malicia, ya tenía al omega de su lado, era intocable.
Jungkook rió por lo bajo, sabía que tenía que acostumbrarse a unas cuantas cosas de ahora en adelante, sería divertido y más con la guerra silenciosa que había iniciado el pequeño mocoso, eran alfas, y ambos sabían lo que estaban haciendo. Ahora la cosa era que Jimin estaba metido en medio y no se enteraba de nada, dos alfas caprichosos y territoriales pelearían por su atención a sus espaldas.
El menor caminó tranquilamente hacia el comedor, otra vez, con su esposo a su lado quien parecía tratar de ganar una batalla de miradas contra el infante que estaba agarrado de su mano. ¿Todos los hombres eran así en ese mundo o solo los alfas? Bueno, básicamente los "hombres" eran los alfas, así que sí, todos eran así. Y siguiendo esa lógica también, entonces él era una "mujer", internamente, literalmente pensar en eso solo le daba escalofríos, y no quería hacerlo por al menos esa noche.
Quería cenar tranquilamente y hacer que los pequeños comieran bien, era algo que su interior le exigía bastante y, ¿quién era él para no hacerle caso a lo que decía su mente?, aunque eso lo había llevado a su actual situación.
—Se-Señor Jim... —una vocecita baja hizo que Park fijara su atención a la pequeña en sus brazos—. ¿Usted nos va a cuidar ahora?
—Dime solo Jim que no soy tan mayor, y sí, yo estaré a su cargo, de ambos, no te preocupes por nada, ¿sí? —el pelinegro respondió acariciando con suavidad el cabello de la pequeña con una sonrisa.
Jungkook admiraba como su omega trataba dulcemente a los pequeños, no dijo nada mientras se dirigían al comedor y se sentaban en la mesa, Jimin empezó a tomar lo que los cachorros pedían y les ayudaba a comer. El rubio no pudo evitar acercarse al omega para susurrar en su oído.
—Si sigues siendo tan bueno con los mocosos me voy asegurar de dejarte nuevamente en cinta cuan pronto nazca el que está en camino —dicho eso, Jeon dejó un pequeño beso en su mejilla y regresó a su puesto ignorando por completo el estruendo que hizo el más bajo al dejar caer su copa llena de jugo sobre su plato de comida.
También ignoró el chillido que pegó y su vergüenza bastante visible mientras trataba de limpiar el desastre que había hecho, sí, Jungkook se iba asegurar de que su pareja estuviera lleno de sus cachorros año tras año, iba a ver cuántos mocosos podían tener en el transcurso de lo que quedaba de su vida.
Sabía que incluso podría formar su propio ejercito si se lo proponía, pero eso dependía de lo fértil que fuera su esposo, aunque, si quedó en cinta en los meses que llevaban de casados era probable de que lo fuera bastante.
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